Cuando uno echa la vista a atrás se da cuenta que las mejores letras de las canciones de los 80 hubieran mandado a sus autores a la cárcel hoy en día.
Y es que nos han ido colando una serie de leyes para proteger a religiones, políticos, colectivos poderosos, contra las manifestaciones, en nombre de la lucha contra el terrorismo que lo que hacen es coartar la libertad de expresión.
Lo más llamativo es que, siendo todos estos casos delictivos, solo se persigan aquellos que van en contra de la línea marcada por el poder establecido, demostrando que son un simple instrumento para hacer purgas ideológicas, algo muy normal es una dictadura pero no en una presunta democracia.
Yo lo tengo muy claro, todo el mundo tiene derecho a decir las barbaridades o chorradas que se le ocurran, por muy vomitivas que me parezcan.
Esta es la diferencia entre un demócrata y un fascista, el primero tolera las opiniones distintas a las suyas mientras que el segundo pide su persecución y erradicación.
Los delitos de opinión no pueden existir en una democracia y encima aplicarlos discrecionalmente según ideologías.
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