Cuando una norma se hace para quedar bien en lugar de pensar lo que se pretende y las repercusiones que va a tener se consigue justo lo contrario que se pretendía (aparte de salir muy bien en la foto política).
Es así con la nueva normativa que regula la temperatura que debe de tener los autobuses, centros comerciales, etc... con la idea de frenar el calentamiento global.
El efecto real que se consigue es que la mayoría de la gente con buen criterio piensa: "si me subo en el autobús voy a pasar más calor que en un horno y aguantar más peste de la gente de poca higiene, mejor uso el coche y pongo el aire como me sale de las narices", enhorabuena, habéis conseguido justo lo contrario que perseguíais.
Pero no pasa nada, así el político se pone su chapita de salvatierras que es realmente lo que importa.
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